La cosa más aterradora que he experimentado me sucedió hace
un par de meses. Estaba despierto hasta muy noche navegando en Facebook cuando
recibí una extraña solicitud de amistad de una cuenta desconocida. No conocía
en absoluto a la persona pero acepté la invitación cortésmente, ya que casi
siempre acepto cualquier solicitud que se me atraviesa. El nombre en el perfil
era Izan Galder pero tenía mis dudas sobre si era su nombre real.
En fin, al día siguiente olvidé todo sobre aquella extraña
petición. Pero cuando entré a Facebook otra vez esa noche tenía un mensaje de
Izan. En la pantalla podía leerse: “Oye Gade. ¿Tuviste un buen día?”
Dado que ni siquiera lo conocía, el mensaje me pareció un
poco extraño pero imaginé que solo trataba de ser amigable. Así que respondí
con un “Sí, tuve un excelente día”. Y después de eso agregué “odio tener que
preguntarlo pero, ¿te conozco de algún lado?”.
Paso un momento y recibí una respuesta “Te vi hoy, en el
parque. Te gusta mucho ese lugar, ¿verdad? Vas allí cada Lunes, Miércoles y
Viernes…”
¿Cómo pudo saber eso? Empecé a sentirme un poco aterrado, en
retrospectiva debí mandar al diablo el sitio, pero como soy un idiota me quedé
allí esperando a ver si recibía otros mensajes.
Por supuesto, un nuevo mensaje saltó en la pantalla. “No me
ignores Gadel Anoar Zafra”. En este punto ya estaba completamente aterrorizado,
difícilmente alguien conocía mi primer nombre, incluso mis mejores amigos, y
siempre me han dicho Gade desde que tengo memoria. No uso mi primer nombre
completo ni mi segundo nombre en el perfil de Facebook por lo que era imposible
que lo supiera por este medio. Después de algunos segundos recibí otro mensaje
“Puedo verte, Gade. Sé que me estás ignorando”.
En esos momentos estaba consumido en el miedo, intentando
razonar toda la situación. Honestamente estaba muy asustado como para mover
algún músculo hasta que dos mensajes nuevos aparecieron. “Estás en casa solo,
Gade, todo está solo” seguido de mi maldita dirección completa. La peor parte
es que tenía razón, papá y mamá habían salido aquella noche, dejándome solo en
casa.
Finalmente tomé el valor para escribir “¿Cómo sabes eso?” La
respuesta que recibí me derrumbó.
“Viéndote por la ventana Gade”
“¡Viéndote por la ventana Gade!”
“¡VIÉNDOTE POR LA VENTANA GADE!”
Los mensajes parecían cada vez más frenéticos. Y como si
esto no fuera suficiente pude escuchar unos golpecitos en la ventana de mi
dormitorio, y pude ver una figura oscura situada justo al borde de mi visión
periférica. El último mensaje que recibí antes de salir corriendo de allí
decía: “¡MÍRAME!”.
Llamé a la policía y estaban aquí pasados seis minutos. Sin
embargo, para esos momentos, quien sea que haya estado allí ya había sacado una
distancia considerable de ventaja. Nunca atraparon al perpetrador y no
investigamos mucho después del episodio.
Antes de que el perfil fuera dado de baja eché un buen
vistazo y encontré un montón de fotos muy personales tomadas sin mi
conocimiento, entre ellas una foto mía mientras dormía en mi habitación. Desde
entonces duermo con las persianas bien cerradas.
Fuente: http://marcianosmx.com/el-observador-creepypasta/
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